L’Herbe, un tesoro en la cuenca de Arcachon

L’Herbe, un tesoro en la cuenca de Arcachon

Por Andrés Alonso Ureña

¿A quien no le gustaría perderse en una aldea de madera con vistas al mar?

Como si de un laberinto se tratase, uno de los encantos de l’Herbe es su composición de cabañas ostrícolas  llenas de callejuelas que desembocan en la bahía de Arcachon.

Pegado a un pequeño mar interior abierto al océano atlántico, esta parte este del Cap Ferret está considerada como una localidad playera privilegiada ya que goza de una gran insolación a lo largo del año y de un clima bastante suave.

Asimismo, la bahía tranquila que borda dicho poblado es el lugar idóneo para aquellos que deseen desconectar del oleaje y de los surferos.

Aunque esté cerca de Lacanau o de Biscarosse, la mar llana y armoniosa de la cuenca de Arcachon se asemeja a la del Mediterráneo.

Para aquellos que busquen actividades más dinámicas, el piragüismo será una de las alternativas, pudiendo disfrutar de las maravillosas vistas de la duna de Pilat.

El senderismo más que una opción se convertirá en una obligación ya que el paso al pueblo está restringido a todos los vehículos y solo se puede acceder a pie.

Un patrimonio cultural histórico

Una de las muchas particularidades de este incognito lugar es el colorido un tanto californiano de las cabañas.

Alegrando la vista a cualquier peregrino que se haya equivocado de ruta, dichas residencias se han ido sucediendo solamente entre familias ostrícolas, conservando así un patrimonio cultural que aún perdura.

La multitud de tonalidades pastel se mezclan con un suelo sin asfalto inundado de arena, tableros de madera envejecidos y terrazas acogedoras que dan la bienvenida a todo aventurero quiera sentir el yodo en su paladar.

Otra de las paradas indispensables es la Capilla de la “Villa Algériéenne”, monumento histórico construido por el emperador Léon Lesca en 1884 que se caracteriza sobre todo por su estilo morisco.

La arquitectura de la capilla se caracteriza por los azulejos con formas geométricas, los arcos arabescos y la policromía de sus muros.

Las ostras, el producto por excelencia

EL motivo por el que l’Herbe sigue perdurando a lo largo de los años es la ostricultura, garantizando a cualquier sibarita la degustación de un producto con una calidad nutricional excelente en un agua limpia exenta de contaminantes.

Una de las curiosidades es que en muchos de los comercios se pueden degustar ostras cultivadas en dos zonas costeras diferentes: el Cap Ferret y la cuenca de Arcachon.

Así fue como descubrí esta peculiaridad en el restaurante “La baraque à huitres”, lugar acogedor con vistas al mar y a las diversas embarcaciones.

En definitiva, este pequeño rincón de la costa atlántica francesa es la mejor elección para todo marinero extraviado que busque un lugar de reposo y una buena taberna para reconfortarse.

Fotos: Andrés Alonso Ureña y Flickr